Carnegie Council es una institución sin fines de lucro y se autodefine como un foro para los principales pensadores, expertos y tomadores de decisiones del mundo, y una de sus publicaciones especializadas es “Ética y Asuntos Internacionales” que, en su edición del pasado 10 de marzo, recoge el análisis de la profesora Gómez titulado “Repensando el concepto de una “solución duradera”: campamentos de refugiados saharauis en cuatro décadas” (versión inglesa)[1].
Para esta académica, la contradicción entre el discurso y la práctica sitúa a las poblaciones de refugiados en una situación de pérdida de derechos significativa y sostenida. Entre ellas se encuentran la imposibilidad de acceder a una vivienda y educación dignas y a ejercer los derechos políticos y sociales, incluidos los derechos al trabajo y a la libre circulación.
En suma, los campamentos de refugiados parecen haberse convertido en un medio que permite a la comunidad internacional detenerse cuando carece de la capacidad de resolver conflictos, argumenta.
Estos tipos de campamentos seguirán siendo soluciones de facto a largo plazo (en vez de duraderas), sostiene la profesora Gómez. Y, además, considera que los actores internacionales deben tomar medidas para asegurar que existan las condiciones adecuadas para acomodar a estas poblaciones vulnerables. Deben proporcionar protección inmediata y servicios básicos, aunque los campamentos deben ser vistos como una medida de transición que ayudará a facilitar los mecanismos para el retorno voluntario, el reasentamiento o la integración, dependiendo del contexto y las necesidades de las poblaciones, sentencia.
Si esto no ocurre, existe el riesgo de transformar los campamentos en ciudades sin ciudadanos. El resultado serán espacios urbanos más empobrecidos con bolsas precarias e inseguras de poblaciones marginadas, concluye.
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